De lo que hablamos, esta vez, es de levantarnos con la
mesilla llena de tabaco de liar, de estar rodeados de versos, de encontrar la
tranquilidad en la rutina, de añorar lo imprevisible, de corazones a cientos de
kilómetros del sur, de pájaros azules, de mariposas amarillas, de historias a
medias, de puentes, de mercados, de azoteas, de cafés (muchos cafés), de
enamorarse en el autobús, de sobres destrozados, de estar rodeados de libros,
de sentirse un poco menos solo, de empezar a entenderse, de empezar a quererse
un poco más, de cervezas y de albero, de domingos, de dejarnos notas en la
pared, de la desidia, de las ganas de perderse, de las ganas de encontrarte, de
cerrados por derribo, de aprender a dejarse llevar, de la escarcha en la
sección de sucesos. De lo que volvemos a hablar, en resumen, es de esos
sentimientos encontrados.
Peraltucho
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