A dos calles de mi piso hay una pintada que reza: “Marta Te
amo”. Esta escrito con spray en la acera. Justo debajo de un pequeño bloque de
pisos. Cada vez que paso me gusta imaginar que en un arrebato amoroso, el amante
de Marta decidió declarar públicamente que sus sentimientos, sin saber, que
desde entonces la estaría condenando a una dulce rutina.
Imagino a Marta levantándose y desperezándose en la cama.
Con el pelo revuelto y los ojos todavía hinchados marcha dando tumbos hasta la
cocina y prepara café. Mientras marea el café con la cucharilla, su móvil se
ilumina con un mensaje: “Asómate a la ventana”. Ella, todavía dando vueltas al
café, se asoma y contempla la pintada y a su amado junto a ella con una sonrisa
de oreja a oreja y, quizás, una rosa en la mano. Desde entonces, todas las
mañanas, Marta prepara su café y se lo toma en la ventana, contemplando su
declaración de amor y siendo plenamente consciente de que es amada incondicionalmente.
Puede que Marta ya no viva en ese bloque. Puede que no haya
vivido nunca allí. Puede que Marta ya no sea amada (al menos por el autor de la
pintada). Pueden haber ocurrido muchas cosas desde que alguien decidió dejar
por escrito aquello. Pero lo único cierto, es que cada vez que paso por allí,
no puedo evitar levantar la mirada esperando encontrar a Marta sonriendo,
plenamente enamorada, mientras sujeta un café con ambas manos.
Peraltucho
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