miércoles, 16 de noviembre de 2011

Socio de la soledad

Debería estar acostumbrado, pero no… uno nunca termina de acostumbrarse a esto. Te plantas cada mañana delante del espejo y ensayas como fingir una sonrisa, practicas una y otra vez hasta que se convierte en un gesto casi mecánico, una manera de camuflarte con tu entorno, una manera de sobrevivir en la fría urbe. Es la mirada lo que no se puede esconder… Son tus ojos los que delatan tus sentimientos, o lo harían, si alguien se tomase la molestia de mirarlos. Por suerte la mayoría se queda en la sonrisa, asumen que todo va bien, y no se atreven a ver la verdad en mis ojos, no quieren más problemas a sus espaldas… No los culpo… De hecho los ayudo escondiendo mi mirada, con la cabeza siempre gacha y rehusando cruzar la vista con cualquiera, puede que eso también sea parte del problema. Es duro ser uno mismo y no tener con quien compartirlo. Es duro levantarte solo cada mañana, y más duro aun acostarte solo todas las noches. A veces creo que puede ser culpa mía, puede que no esté preparado para estar con nadie, puede que no encuentre nunca la persona adecuada. Normalmente a estas alturas siempre encuentro algún anhelo de esperanza, algún ápice de alegría que me haga pensar que esto es solo una fase, que esto es solo temporal, que han de venir tiempos mejores… Pero esta noche no…. Esta noche no hay nada de eso, esta noche vuelvo a estar solo yo, con unas ganas locas de gritar, de llorar, de romper lo que sea, de beber hasta perder el sentido, de tomar novocaína para el alma… Pero no valdría de nada, pues mañana, cuando vaya acostarme, volveré a estar solo yo…

Peraltucho