1º A
La llamamos Cenicienta. Lleva el bar de la esquina. En algún
momento debió de ser una de las mujeres más bellas de la ciudad. Esos días
quedaron muy atrás. Ahora sus arrugas solo cuentan una triste historia del
pasado. Todas las noches cierra su bar a las 12. Enciende un cigarrillo. Y
espera a su príncipe azul mientras se lo fuma. Él nunca viene, pero ella
todavía conserva la esperanza de que algún día aparezca detrás de aquella nube
de nicotina.
1º B
El párroco hace tiempo que perdió la fe. Sus sermones ya no
convencen a nadie en esta escalera. En algún momento perdió el control de su
vida. Creyó que la fe lo salvaría. Que su Dios no lo abandonaría a su suerte.
Hace una semana que le cortaron la luz. Ahora se sienta a oscuras en su sillón.
Sostiene en una mano una biblia y en la otra un arma. Está furioso con el
mundo.
2º A
El saxofonista toca su triste melodía. Cuentan que vendió su
alma en un cruce de caminos. La cambió por un talento único. Ahora pasa las
noches en vela. Echando de menos esos preciosos 21 gramos. Toca para los gatos
del lugar. Los gatos maúllan desde los tejados. Son sus únicos espectadores.
Son sus únicos amigos.
2º B
El jugador ha perdido hasta el último centavo. La suerte
nunca está de su parte. Pasa todo el día encerrado en su casa. Con los
pestillos cerrados. Teme que vengan a saldar las deudas que debe. No contesta
al teléfono. No abre la puerta. Lleva días sin ducharse. Una botella de Johnnie
Walker es su única compañía. Le gustaría apostar a ver cuánto le queda de vida.
3º A
El amante hace tiempo que no ama. Un agujero en su pecho le
impide conciliar el sueño. Esa herida que parece no cicatrizar. Esa herida que
se vuelve abrir cuando hace frío. Y, últimamente, tiene la sensación de que
afuera no para de nevar.
3º B
El cadáver de un viejo se pudre poco a poco. Hace casi un
mes que abandonó el edificio. Nadie ha preguntado por él. Nadie lo ha echado de
menos. Sobre su regazo hay un álbum de fotos abierto. Murió viviendo en el
pasado. Murió en aquella época en la que fue feliz.
“Amantes, luchadores y
poetas, todos aprendimos la lección: Nadie besa al perdedor”
Peraltucho
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