lunes, 10 de marzo de 2014

Amor Kamikaze

Amor Kamikaze:

Dícese de aquel amor que no hay forma de que termine bien. De aquel amor que te hará trizas, que terminará arrasando con todo y con todos, dejando desagradables despojos de corazones y sentimientos desde el lugar en el que tenga fin hasta donde alcance la vista y la memoria. Se dice, también, que uno se embarca sabiendo cual es el trágico final, pero con la falsa esperanza de que todo saldrá bien. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sido testigos y/o víctimas de este tipo amor. No se conoce modo alguno de prevenirlo. Una vez que uno sube a este vuelo, ninguna azafata te explicará que hacer en caso de emergencia, no se encenderá la luz del cinturón cuando sea necesario abrochárselo, el piloto no dará su habitual previsión del tiempo a la llegada… No habrá nada de esto, pues este vuelo no tendrá final feliz, y aun así, uno no puede evitar subirse y disfrutar del trayecto.


Peraltucho

martes, 4 de marzo de 2014

Hasta desaparecer

Ella podía hacerse invisible. Tardó en desarrollarse más de lo normal, y de una forma desigual. Se burlaban de ella constantemente por tener las orejas grandes y los pechos pequeños. Y aunque cuando creció se convirtió en una de las mujeres más hermosas que hayan pisado la tierra, ella siempre arrastró aquellas heridas de la infancia. No solía salir de día a la calle. Le gustaban los locales con poca luz. Le gustaba en especial un pequeño café/librería que abría hasta tarde y en el que pasaba las horas leyendo “Cien años de soledad” en la esquina más oscura del lugar. Disfrutaba, y mucho, del cine. Solía ir a las sesiones golfas, y entraba en la sala solo cuando habían apagado las luces y los trailers ya habían acabado. En aquella mágica penumbra se sentía a salvo. Sus películas favoritas eran las de Woody Allen. Sabía prácticamente todos los diálogos de cada una de sus películas.

Se ganaba la vida pintando. Tenía acuerdos con varias galerías de la ciudad y todas se peleaban por comprar sus cuadros. En sus pinturas solo usaba tonos azules y negros. No se permitía usar otros colores. Su mundo era oscuro y solitario, y su arte debía representarlo. Apenas conocía a nadie. No tenía contacto con su familia. Tenía un gran complejo de inferioridad. Un autoestima inexistente. Tras años de práctica había conseguido pasar totalmente desapercibida entre grupos grandes de personas. Y cuando el grupo era reducido simplemente se hacía invisible. No soportaba verse en los espejos. No tenía ninguno en su casa. No pasaba por delante de los escaparates pues temía a su propio reflejo. Pasó toda su vida entre versos de García Márquez y los ácidos diálogos de Woody. Cada vez que tenía la oportunidad de intimar con alguien se hacía invisible. Solo quedaba de ella su sombra. Se acostumbró tanto a esta rutina que un buen día simplemente desapareció, dejando como trágico recuerdo de su paso por el mundo los cuadros más tristes jamás pintados y la sombra de la mujer que pudo llegar a ser.



Peraltucho