CAPÍTULO
4
“Tenía los ojos tan grandes como Betty Boop, pero era todavía más sexy, trabajaba en un club…”
Betty Boop – Quique González
Betty Boop – Quique González
Blanca tiene 17 años.
Trabaja en un club sirviendo copas.
Mintió sobre su edad para conseguir el trabajo.
A Blanca se le da bien mentir.
Lleva tanto tiempo haciéndolo que a veces le cuesta
distinguir la verdad de la mentira.
Le gusta su trabajo.
El sueldo no es gran cosa, pero lo compensan las
propinas.
Una vez por semana, el dueño del club deja que
Blanca suba a la barra a bailar para los clientes.
Las otras chicas bailan semidesnudas, con una música
pegadiza y sensual que hace que no puedas separar tus ojos de ellas.
Blanca no es como las otras chicas.
Ella sube lentamente a la barra, coge el micrófono y
suavemente canta “This city” de Steve Early mientras se contonea al son de una
guitarra acústica.
Es el único momento de la semana en el que el club
para por completo.
Son apenas tres minutos.
Pero todos los presentes desnudan sus almas ante la
voz de Blanca.
El dueño sabe que podría ganar mucho más dinero si
Blanca hiciese lo mismo que las otras chicas.
Sabe que Blanca es más guapa que la mayoría, y que
cualquier hombre se dejaría el sueldo del mes en una noche con ella.
Pero esos tres minutos valen más que el dinero de
todos los perdedores de la ciudad.
Esos tres minutos son los que los hacen vulnerables,
los que les recuerdan porque están allí, los que les dan una razón para seguir
otra semana con su ruin existencia.
Cuando Blanca termina de cantar no hay aplausos,
solo un puñado de hombres secándose las lágrimas discretamente mientras apuran
sus copas.
Blanca sigue con su rutina.
Sigue sirviendo copas.
Sigue hablando con los clientes.
Sigue ayudando a las chicas a prepararse antes de
salir al escenario.
A menudo Blanca ve como las chicas llevan a los hombres
sedientos de lujuria a las habitaciones de arriba.
Blanca se dice que ella nunca pasará por eso.
A Blanca se le da bien mentir,
incluso a sí misma.
Peraltucho