A mi dadme inviernos.
Donde poder congelar mis sentimientos.
Donde poder esconderme en mis libros.
Donde poder llevar 3 capas de ropa sobre mis emociones.
Donde todo es más fácil enmascarado tras una capucha.
A mi dadme inviernos.
Dadme inviernos de alegrías contenidas,
de tener que luchar por una sonrisa,
de buscar el calor de un cuerpo de mujer,
de valorar los escasos rayos del sol.
A mi dadme inviernos.
Y quedaos con vuestros veranos,
con vuestras playas abarrotadas,
con vuestras sonrisas forzadas,
con vuestras falsas promesas,
con vuestras horas muertas mirando el ventilador.
A mi dadme inviernos.
Inviernos duros, sinceros, fríos y roncos.
Déjenme tranquilo en mi letargo veraniego,
y tengan la amabilidad, si pueden, de avisarme cuando el
frío empiece a congelar las manecillas,
cuando se pueda escribir con vaho versos en las ventanas de
los autobuses,
cuando lo único que pueda quemarme sea la sonrisa de una
mujer enfundada en grueso abrigo,
cuando los insectos se hayan dado por vencidos,
cuando huela a tierra mojada,
cuando el respirar el aire helado de la calle nos haga
recordar que el frío ha llegado para ponernos a prueba,
para recordarnos que a pesar de todo, seguimos estando
vivos,
y que tal vez,
y solo tal vez,
pueda existir algo más frío que el hueco de mi pecho en este
eterno verano.
Peraltucho