Nos empeñamos en idealizarnos.
Imaginarnos perfectos en un mundo imperfecto.
Te enamoraste de mis momentos lúcidos en el papel, y yo
estaba cansado de la soledad.
No te voy a mentir, no fuiste una más, pero tampoco el amor
de mi vida.
La primera noche que pasaste a mi lado viste la herida de mi
pecho y te empañaste en curarla.
Tan solo un vendaje temporal en una herida permanente, y aun
así nos dejamos engañar creyendo que sería suficiente.
Deberíamos haber sabido que con un agujero en el pecho no
hay opciones de finales felices.
Peraltucho